Nuevos comienzos

Monitor Central les da la bienvenida en esta nueva etapa en la que espero poder postear algo... Semanalmente estaré subiendo lo que lea, lo que adquiera, lo que vea, lo que creo y pedazos de lo que escribo. Espero sea así. Y recuerden...

Mi patria es mi biblioteca, es una patria pesada, pero por lo menos es una patria que se mueve. Rodrigo Fresán

Friday, April 09, 2010

Poetic Noir


Lush Life, Richard Price.


¿Qué mueve desde un inicio a esos personajes de Lush Life? Al detective Matty Clark y al padre de la víctima, Billy Marcus. Qué los mueve con esa manía que sólo un golpe de suerte puede dar, un golpe como un crimen o como el encontrar al asesino que desde un principio el lector sabe quién es. Un niño busca a un padre y dos padres buscando a hijos de los que nunca se ocuparon, y que de alguna manera sutil, unidos en sus tragedias, crean una solidaridad tácita, de dolores y frustraciones ocultas.


Lush Life es el asesinato de Ike Marcus por un chiquillo "X" en una calle del Lower East Side, el lado hip, bohemio de Nueva York, cercano a ghettos; una maraña social y étnica producto de la gentrification: un barrio de inmigrantes judíos, luego barrio de latinos y chinos y ahora la sucursal de los restaurantes fusión, sex shops, poetry and comedy stand-ins, donde todos son artistas emergentes, todos tienen planes y todos son jóvenes. Es en este ambiente donde Eric Cash (alter ego del autor, judío quien se vuelve a mudar al barrio de sus abuelos con esas ínfulas de orgullo del típico soy-del-barrio) y es un personaje antipático, confundido, buscando sus cinco minutos de fama producto del asesinato de un tipo que trabajaba como bartender en el restaurante donde el actúa como manager; levantándose después de haber metido la pata varias veces, de haber fracasado al borde de la fortuna y de saber que, llegando a los cuarenta, su horizonte es más estrecho: un destino-glaucoma.


Y Price (guionista de The Wire), tiene poetas en los puertorriqueños, chinos y negros que hablan en esta novela. Un reto a la gramática y al osado traductor español que, ya me me imagino el desastre que habrá hecho digiriendo y vomitando esta novela en un idioma hostil a este slang de pronombres invertidos, neologismos y distintos matices étnicos, como pasó con otra gran novela que tuve la desgracia de leer en español: Trainspotting....la traducción la hacía más ilegible que leerla en original...En fin, traductor-traidor, como dice Javier Marías. Price se esmera con los diálogos pulidos en su salvajismo urbano, directos e intercalados por referencias poéticas al perfil del High-Rise, lo gris del cielo, lonas sobre los vestíbulos de los edificios narrados con la palabra justa, económica como un diálogo de policía. Como esos personajes de Dickens:cierras el libro y no dejas de pensar que la detective Yolonda Bello es tu vecina, encantadora y efectiva en sacar una confesión; a Matty Clark en cualquier bar buscando un one-night-stand.


Se puede sentir el olor a asfalto mojado, a las patrullas hediondas a café con donuts, sudor y ojos rojos de no dormir. A todos los mueve una adicción, obsesión, pasión o frustración. La sensación vacía de querer resolver todo cuando, sabes, ya es muy tarde. Así termina la novela, con una pizca de decepción y esperanza, un leve atisbo de, sino mejor, más estable futuro.

1 comment:

Anonymous said...

¿cuando usted ha sentido una patrulla hedionda... ?¿cuando usted a tenido unos ojos rojos de esperar toda la noche despierto a punta de nitro me imagino ... ? cuando no se engañe mejor lea realismo mágico ... limítese a el señor de los anillos y a 100 años de no me acuerdo... lo real déjeselo a lo hombres