La Montaña Mágica

Lo que leo...
La Montaña Mágica, Thomas Mann
Una vez me preguntaron por qué la Montaña mágica era la mejor novela de este siglo y quizás de la historia. Si partimos de la premisa totalitarista de Hermann Broch, la cual reza que todo arte es perfecto en cuanto puede expresar el mundo en su totalidad, la Montaña... si no es total por lo menos se acerca mucho a este nivel de perfección.
No cabe aquí describir las más de mil páginas que componen la novela (la cual tuve la placentera oportunidad de leer en una de las primeras traducciones al español de Mario Verdaguer).
De manera muy sucinta: la Montaña mágica narra la historia de Hans Castorp y su llegada a un sanatorio de tuberculosos en Suiza, a visitar a su primo Joachin Ziemsem, la trama; un típico billdunsgroman o novela de aprendizaje, se desarrolla desde la pedantería inicial en el comportamiento de nuestro Castorp hasta convertirse,después de más de una década de estadía en el sanatorio, en uno más de los internos a los que tanto criticó al principio, como si por el hecho de ver a la humanidad desde una perspectiva distante se le entendiera más, pero a la vez se pasara al promontorio de mero espectador desapareciendo dicha condición en si misma.
Desfilarán varios personajes: el inolvidable maestro Settembrini con sus discusiones sobre el mundo y la vida, el amor de Castorp, madame Chauchat y el insoportable Mynheer Pepperkorn, y la tríada de amigos que los acompañara en sus diálogos sobre la vida, la muerte, el gobierno, la democracia, el amor y la religión.
Quedan como recuerdos hermosos de esta novela los pasajes en los que Hans en sus lapsos de amor por la anatomía (entre otros que incluirán la botánica y la entomología),Mann a intermedio de Castorp hace una de las descripciones más bellas del desarrollo humano desde sus inicios embrionarios hasta su definición completa. Y no estaría de más mencionar otra parte en que se hace una comparación de la literatura con la música: de como el escritor, como el músico es capaz de detener el tiempo, avanzarlo, volverlo a colocar y manejarlo a su gusto, de acuerdo a las circunstancias y los fines.
En fin, vale la pena saborear su millar de páginas, entenderla, tomar notas y vivir y crecer con Hans mientras la belleza de la palabra, efectiva y económica se deslumbra y descubre ante nosotros.