Las libretas Moleskine. Las mejores libretas para escribir, dibujar, narrar y hacer scrap-booking. De niño quería ser Indiana Jones y me encantaba ver el diario ese lleno de mapas, anotaciones, ligas y postales que cargaba Sean Connery durante la búsqueda del Santo Grial, y parece ser que la inspiración de estas libretas viene de un explorador algo parecido llamado Bruce Chatwin, quien las compraba de remate en Francia y luego una compañía italiana se inspiró y empezó a producirlas en masa. Llegué a ellas en un remate que tuvieron en la FIL de Panamá durante el 2007 y se han vuelto un amor de por vida.
Friday, April 09, 2010
Fetiches
Las libretas Moleskine. Las mejores libretas para escribir, dibujar, narrar y hacer scrap-booking. De niño quería ser Indiana Jones y me encantaba ver el diario ese lleno de mapas, anotaciones, ligas y postales que cargaba Sean Connery durante la búsqueda del Santo Grial, y parece ser que la inspiración de estas libretas viene de un explorador algo parecido llamado Bruce Chatwin, quien las compraba de remate en Francia y luego una compañía italiana se inspiró y empezó a producirlas en masa. Llegué a ellas en un remate que tuvieron en la FIL de Panamá durante el 2007 y se han vuelto un amor de por vida.
Lolita...
Para mí, Lolita es una de esas novelas-embrión; con cada lectura mejora y va creciendo y logro apreciar más su belleza, picardía y eso que Alan Pauls llama "despresurización": el como contar un tema abyecto (la infatuación pedofílica del Profesor Humbert Humbert con la doceañera Dolores Haze) mediante un lenguaje sublime, poético. Para otros todo lo que aquí digo podrá sonar ingenuo y, aclaro, no me considero ningún experto, ni mucho menos tengo los estudios, sólo la experiencia, pasión y entusiasmo del aficionado, pero ésta es una de las tantas lecturas que puede tener la novela. También surge la pregunta ¿por qué, entonces, no tratar un tema sublime con un lenguaje sublime? Nabokov contesta en su nota al final de la edición que ahora sostengo: "pertenezco a esa clase de autor que al empezar a escribir un libro no tiene otro propósito que librarse de él". Y pasa que Lolita, como toda inspiración, es producto de un hecho fortuito que, incluso, tuvo una versión inicial con algo de justicia poética para el perverso Humbert Humbert. Como si cada libro fuera la malcriadez de una neurona, molesta e inestable que nadie sabe como manejar y que de este modo se aconducta; escribiendo de algo que se mueve muy adentro y que es incontrolable (surgen así frases manidas como catarsis, exorcismo y terapéutico, siendo mi preferida ésta última).
Cumpleaños de El Gran Gatsby.
Un día como hoy, hace 85 años, se publicó The Great Gatsby, la novela cumbre de F. Scott Fitzgerald. Qué les puedo decir, una serie de pasajes como recuerdos y uno de los pocos libros capaces de dejarme con insomnio, un insomnio de tanta belleza, donde toda descripción es microscópica y certera, donde no sobra una sola palabra ni movimiento. Superb!
Resumen de lecturas 2010
Nutriéndome de...
Campos de Londres, Martin Amis. Editorial Anagrama.
Adquisiciones Verano 2010-PARTE 2
Sí, bastante actividad por estas coordenadas...He visto bastantes cosas que– adquisidor compulsivo–se me han hecho difíciles obviar, pero ahora sí prometo no comprar más nada hasta la feria del libro o hasta que llegue la nueva novela de Alan Pauls: Historia del Pelo.... mi nuevo escritor-obsesión. En fin, aquí va la lista de lo último que he adquirido.
Poetic Noir
Lush Life, Richard Price.
¿Qué mueve desde un inicio a esos personajes de Lush Life? Al detective Matty Clark y al padre de la víctima, Billy Marcus. Qué los mueve con esa manía que sólo un golpe de suerte puede dar, un golpe como un crimen o como el encontrar al asesino que desde un principio el lector sabe quién es. Un niño busca a un padre y dos padres buscando a hijos de los que nunca se ocuparon, y que de alguna manera sutil, unidos en sus tragedias, crean una solidaridad tácita, de dolores y frustraciones ocultas.
Lush Life es el asesinato de Ike Marcus por un chiquillo "X" en una calle del Lower East Side, el lado hip, bohemio de Nueva York, cercano a ghettos; una maraña social y étnica producto de la gentrification: un barrio de inmigrantes judíos, luego barrio de latinos y chinos y ahora la sucursal de los restaurantes fusión, sex shops, poetry and comedy stand-ins, donde todos son artistas emergentes, todos tienen planes y todos son jóvenes. Es en este ambiente donde Eric Cash (alter ego del autor, judío quien se vuelve a mudar al barrio de sus abuelos con esas ínfulas de orgullo del típico soy-del-barrio) y es un personaje antipático, confundido, buscando sus cinco minutos de fama producto del asesinato de un tipo que trabajaba como bartender en el restaurante donde el actúa como manager; levantándose después de haber metido la pata varias veces, de haber fracasado al borde de la fortuna y de saber que, llegando a los cuarenta, su horizonte es más estrecho: un destino-glaucoma.
Y Price (guionista de The Wire), tiene poetas en los puertorriqueños, chinos y negros que hablan en esta novela. Un reto a la gramática y al osado traductor español que, ya me me imagino el desastre que habrá hecho digiriendo y vomitando esta novela en un idioma hostil a este slang de pronombres invertidos, neologismos y distintos matices étnicos, como pasó con otra gran novela que tuve la desgracia de leer en español: Trainspotting....la traducción la hacía más ilegible que leerla en original...En fin, traductor-traidor, como dice Javier Marías. Price se esmera con los diálogos pulidos en su salvajismo urbano, directos e intercalados por referencias poéticas al perfil del High-Rise, lo gris del cielo, lonas sobre los vestíbulos de los edificios narrados con la palabra justa, económica como un diálogo de policía. Como esos personajes de Dickens:cierras el libro y no dejas de pensar que la detective Yolonda Bello es tu vecina, encantadora y efectiva en sacar una confesión; a Matty Clark en cualquier bar buscando un one-night-stand.
Se puede sentir el olor a asfalto mojado, a las patrullas hediondas a café con donuts, sudor y ojos rojos de no dormir. A todos los mueve una adicción, obsesión, pasión o frustración. La sensación vacía de querer resolver todo cuando, sabes, ya es muy tarde. Así termina la novela, con una pizca de decepción y esperanza, un leve atisbo de, sino mejor, más estable futuro.