
IV FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE PANAMÁ (Esto no parece el paraíso)
Aunque no parecía el paraíso, me hice la idea de que por lo menos estaba en uno de sus callejones, un poco oscuro y descuidado, pero con un bar librería, lleno de licor de tinta. --S.
Del 15 al 20 de mayo pasados se celebró en nuestra ciudad
Te venció Dan Brown,, Jostein.
El susodicho davinciano no pudo faltar en ediciones rematadas a medio precio de las cuales ya ninguna copia quedaba el último día de la feria, al igual que Coelho, que, gracias a Dios en conato con el diablo, lo noté VERDADERAMENTE ausente. No hablemos tan negativamente de salida y pasemos a lo bueno.
Anagrama en comparación con la versión anterior me decepcionó un poco, aunque de todas formas me resolvió. Dirán: “qué anticuado, coño, pero lee vainas nuevas” (me lo dijo un profesor de la facultad cuando me vio con los ejemplares completos de los cuentos de Cortázar); en fin, encontré Lolita de Nabokov a un buen precio, cualquiera en español es “un buen precio”, algo de Neal Cassaday. Días después cuando volví tenían todo lo de Fante:
A reventar estaba el stand de Santillana-Taurus-De bolsillo y familia limitada: Alberto Fuguet, Cortázar, Pamuk, Gabo en versión nueva-de-coleccionista, igual el Quijote. De allí la joya fue la edición de los cuentos completos de F. Scott Fitzgerald (que quedan de pareja perfecta de mis Relatos Completos de John Cheever). Nos apagaron las luces y el pueblo todavía estaba viendo si llevar lo nuevo de Saramago o Miguelito el bombero.
Entre las joyas extrañas encontré mi tan ansiado El Obsceno Pájaro de
Se acababa la noche, y las tarjetas de crédito aún estaban pasando por las máquinas y en la esquina de Cuba un chiquillo se llevaba 5 afiches de un barbudo que sale en los suéteres y de otro que siempre fuma habanos, la mamá compraba por su lado separadores de libros para leer
A mí se me acaba el tiempo y la plata y la paciencia y justo antes de quedarme encerrado en ese seudoparaíso le dije a mis acompañantes: ¡NOS VAMOS!
Salí realizado, una sudorosa inversión producto de liquidaciones laborales, robos domésticos y uno que otro trabajo de vago independiente, permiten hacer una vez más que una biblioteca solitaria se colme de bloques de papel acumuladores de polvo, pero del polvo nutriente para el hambre de lectura.
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